Adaly un enclave gastronómico que no defrauda.

Begoña A. Novillo01/05/2024
Compartir

Menos de dos años han bastado para que Adaly, la propuesta familiar y personal del chef madrileño Eduardo Guerrero, con Julio Guerrero, su padre, a los mandos de la sala, se haya consolidado como uno de los restaurantes con más futuro de la capital.

Forjado en las cocinas de El Bohío (una estrella Michelin y tres soles Repsol), el crecimiento de Eduardo Guerrero entre los fogones es imparable, desarrollando una cocina de mucha elegancia en la que el sabor es innegociable. 

Con un Recomendado Michelin en su puerta, conseguido en 2023 (y renovado en 2024), y dentro de los 100 mejores restaurantes de España, según los usuarios de The Fork, en el número 30, Adaly constituye toda una realidad gastronómica dentro del barrio de Salamanca.

Con una apuesta cada vez más decidida por una alta cocina que no deja de tener el sabor y el producto en el centro, Adaly prosigue en la senda de elaboraciones cuidadas y en un compromiso firme por un servicio en sala y sumillería de cada vez más nivel.

El binomio padre e hijo consolidado por Julio y Eduardo Guerrero se complementa así en un restaurante que ha hecho del sabor tradicional su principal virtud. Siempre con el foco en el producto de calidad y en una cocina reconocible, la inquietud de Eduardo Guerrero por ir un poco más allá, introduciendo en sus platos nuevas técnicas y aprendizajes de otras cocinas.

Especialmente en los guiños a elaboraciones japonesas y orientales, como sucede con algunos de los nuevos platos que aparecen en el menú degustación como la versión del cocido, inspirada en el clásico ramen nipón, que sirve en dos vuelcos o el gusto por el punto ahumado a través del cocinado en robata.

Con una revisión total, Adaly refuerza su concepto gastronómico con una idea en la que carne, pescado y huerta conviven dentro de un equilibrado menú donde, de nuevo, se aprecian esas inquietudes técnicas del chef.

Sucede con la nueva escena del panipuri, un pan típico de la India, que rellena de pollo al curry o del buñuelo de foie, que elabora él mismo, al pedro ximénez y que acompaña de manzana verde y de anguila ahumada, el famoso kabayaki de la cocina japonesa.

Bajo ese velo de purismo, la fuerza de la huerta se plasma en platos como los guisantes de la mejor calidad con caldo de jamón, longaniza negra y yema de huevo en tempura, servido en dos pases, o el curioso mosaico de puerro, confitado y ahumado, secundado por una parmentier de patata y un pilpil de boletus.

Mimbres de una apuesta por el producto y por la originalidad, de lo que es testimonio la versión del cocido, a modo de ramen seco, utilizando fideos orientales que se engarzan con una velouté ligada con el caldo del cocido. Un primer vuelco que se completa con garbanzos fritos, que da pie a la aparición del segundo vuelco, en forma de caldo de garbanzos, y de una reinterpretación del pase de carnes, con un shu mai chino relleno de las carnes.

Detalles de gran creatividad y de atrevimiento culinario que se combinan con nuevas creaciones, en tono más clásico, como el bacalao a la crema de espinacas, elaborada con leche de cabra y de oveja, o el guiño a la caza, con el lomo de ciervo ahumado, acompañado de falso mojo picón.

Un compendio de técnica y estilo que se consolida en la fase dulce, como sucede con el original arroz con leche y Bailey’s con helado de croissant o con el hojaldre de yema, donde hace un homenaje a los clásicos helados al corte, al que acompaña un crumble de pestiño y piña glaseada.

Conscientes de que la experiencia gastronómica ha de ser un conjunto armónico entre cocina y servicio, Adaly busca la diferenciación con un cada vez más medido trabajo en sala. Platos que se terminan a la vista del cliente y una cada vez más potente oferta de vinos, tanto por botella como por copa, forman parte de ese carácter de anfitriones con el que iniciaron su andadura.

Una realidad que ya se consagra con una carta de vinos con más de un centenar de referencias, incluyendo vinos españoles y vinos internacionales, además de una creciente cava de etiquetas de pequeños productores.

Bajo ese compromiso en el cual redondear la oferta, Adaly hace de su acogedor comedor un auténtico hogar para los comensales, apelando al carácter tranquilo de un restaurante en el que sólo hay que preocuparse de disfrutar de la mesa.

Ajena al exhibicionismo gastronómico, la intención de Adaly refuerza ese compromiso con el cliente y con el producto, desde el sabor y desde la originalidad, para seguir sorprendiendo a Madrid con uno de los chefs más prometedores de la capital.

adaly.es